domingo, 27 de octubre de 2013

Hábitos de alimentación


Hábitos de alimentación:

Las actitudes de un/a niño/a y la distribución del horario a lo largo del día (tiempo de sueño, trabajo escolar, juego, actividades extraescolares y relación familiar) repercuten en sus hábitos alimentarios y en su apetito.

Como pautas generales podemos establecer:

EL DESAYUNO:


Es una de las comidas más importantes del día. Conviene levantarse con tiempo y dedicarse a las actividades de aseo y cuidado personal antes de tomar el desayuno para así generar sensación de hambre.
Un desayuno con prisas es equivalente a un desayuno pobre. Por lo tanto, es necesario dedicar suficiente tiempo a sentarse y evitar compaginar la toma del desayuno con otras actividades como, por ejemplo, ver la televisión.
La cantidad y diversidad de alimentos dependen de costumbres culturales y familiares.
 
Conviene que el desayuno sea variado en sus componentes y que cambie periódicamente, de forma que lo que se tome nos aporte las energías suficientes hasta la comida del mediodía.
Cuando un/a niño/a se alimenta adecuadamente en el desayuno no necesitará otro aporte de alimentos hasta la comida siguiente.
No obstante, según los lugares, los hábitos, los gustos personales y la repercusión en la siguiente comida, se podrá tomar un pequeño almuerzo (frutas, quesitos, bocadillo, galletas, etc.)



LA COMIDA:


En nuestra sociedad la comida constituye la principal toma de alimentos del día y es el momento de encuentro que favorece la relación familiar y la enseñanza-aprendizaje de los hábitos básicos de alimentación. Por ello, se debe propiciar un clima tranquilo, sosegado, sin interferencias (TV, radio, animales...) para que el momento de la comida resulte siempre placentero.
Evitaremos, en lo posible:
la anarquía en los horarios.
la preparación de alimentos a última hora.
las interrupciones largas entre plato y plato.
los gritos, regañinas, correcciones constantes.
el comer con mucha rapidez.
las situaciones incómodas por falta de espacio.
Por el contrario, procuraremos estimular las conductas adecuadas con refuerzos positivos, del tipo:
Comes como un mayor”
Da gusto veros comer”
Mañana os prepararé una sorpresa”
En cuanto a lo que se debe comer, responderá a una dieta variada, equilibrada y acorde a las necesidades de los comensales, cuidando su presentación.

LA MERIENDA:


La merienda es una costumbre de nuestra cultura muy extendida desde edades muy tempranas. Los hábitos familiares van a determinar el tipo de alimentos de esta comida.
No obstante, es conveniente tener en cuenta que éstos han de ser variados, no muy elaborados y que la merienda debe ser algo frugal que dé paso a la cena.

LA CENA:



Deberíamos tender a que la cena sea otro momento de encuentro alrededor de la mesa, de forma relajada, y evitar elementos de dispersión. Procuraremos que tenga lugar lo antes posible para que nos permita hacer la digestión antes de acostarnos; por ello, la cena debe ser ligera.

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